Taller de pintura

Creado por Arno Stern para el Juego de Pintar

Es un espacio de unos 20m2 con una paleta de colores en el medio, rodeada por cuatro paredes donde se colocan los cuadros que realizan cada día los participantes del taller.

Los grupos son de 12-15 personas con edades y características diferentes. Es una estructura donde lo fundamental para el desarrollo del juego es la diversidad, donde cada participante se siente único, como único es su trazo, su forma y su deseo.

En este lugar no hay ningún modelo que pueda alejar a las personas de su expresión propia. No hay propuestas que puedan dirigir el trabajo en una dirección concreta. No hay enseñanza. Sin embargo, esto no quiere decir que no haya aprendizaje. El descubrimiento por medio del juego propio hace que el aprendizaje se dé de manera profunda, en el momento justo, cuando el deseo de cada cual empuja en esa dirección.

El juego es individual y el espacio donde se desarrolla es colectivo. El papel y lo que en él se genera sólo le pertenece a la persona que lo realiza. Es su espacio personal, intocable, íntimo. No cae sobre el trabajo ningún juicio ni evaluación.

La paleta y el espacio del taller determinan el espacio colectivo, donde hay que tener muy en cuenta al grupo y los materiales, que se comparten por todas las personas que participan. La hora y media que dura la sesión transcurre en un vaivén entre el espacio personal y el espacio colectivo.

La labor de asistencia es fundamental en esta estructura. Por un lado para que se dé un buen equilibrio entre el espacio personal y colectivo, y por otro para que cada una de las personas que participan se sientan acompañadas por alguien que no está para guiarlas ni juzgarlas sino para atender las necesidades que le puedan surgir.

Atender las necesidades no tiene que ver con resolver dificultades. Desde esta perspectiva entendemos que de la mano de las dificultades vienen los descubrimientos.