Después de la Segunda Guerra Mundial, Arno contaba con 22 años de edad cuando comenzó a trabajar en un campo de refugiados donde le pusieron al cuidado de niños huérfanos de guerra. Llegaron a sus manos unas pinturas y unos pinceles y con ellos organizó un espacio para pintar. Él no tenía nociones artísticas ni conocimientos de dibujo y se limitó a atender las necesidades que allí surgían y a organizar el espacio siguiendo las sugerencias del grupo. Los niños disfrutaban mucho con esta actividad.
Sin darse cuenta, estaba generando una estructura funcional donde se empezaba a desarrollar un juego que a lo largo de toda su vida ha ocupado su interés: “El Juego de Pintar”.
Más tarde abrió su taller en París donde se encuentra con un fenómeno que llama su atención. Los niños que acuden al taller pintan cosas similares: casas, personajes, vehículos, soles, etc. ¿Será porque habitan la misma ciudad? O quizás ¿Se trata de un fenómeno universal?
Estas preguntas le llevan a realizar varios viajes en los años 60-70 en los que entra en contacto con comunidades no escolarizadas de diferentes lugares del mundo, donde ofrece a sus habitantes los materiales necesarios para pintar.
Para su sorpresa, aunque las figuras que allí se generaban no eran las mismas que podía encontrar en París, descubrió una serie de trazos que desbordaban los dibujos y se repetían en países tan poco conexos como Guatemala, Mauritania, Afganistán, Perú o Niger; Y ¡sí! Estos trazos son los que también aparecían en su taller de París.
Arno analizó cada uno de los trazos, cada una de las construcciones que se mostraban de manera repetida y las similitudes a la hora de generarlos. Como resultado de este estudio constató la existencia de un código universal y las leyes internas que lo rigen. A este código lo llamó “la Formulación”.
En palabras de Arno, la Formulación consiste en:
“Un sistema autónomo y universal que funciona según sus propias leyes. Es una manifestación natural y se desarrolla verdaderamente fuera del alcance de toda aportación externa.
Su origen estaría en la Memoria Orgánica: en esta memoria se recogen sensaciones, sentimientos, vivencias de la primera infancia e incluso de la vida prenatal. Estos acontecimientos que cada feto vive a su manera están programados según una fórmula establecida que se transcribe en las figuras de la Formulación. Son el eco de los hechos suscitados por el programa genético, un eco tardío pero fiel.”*
Durante más de 70 años de trabajo de investigación y asistencia en su taller de París, su propósito ha sido por un lado dar a conocer la Formulación para que no se destruya con interpretaciones y condicionamientos el juego de pintar, y por otro ofrecer la posibilidad y las mejores condiciones para que este juego sea fácil, y se dé sin obstáculos.
Estas condiciones son las necesarias para una Educación Creadora: acompañar los procesos de aprendizaje sin dirigir ni juzgar, y ofrecer lo necesario para que el descubrimiento se dé desde la experiencia personal, en un grupo lo más diverso posible donde no tiene sentido la comparación.
“Cuando se conoce la Formulación se sabe que el niño no dibuja para comunicar. No dibuja para mostrarnos algo. Dibuja para construir un mundo que es suyo, sólo suyo, libre de cualquier intrusión”*
*Textos e imágenes del libro Arno Stern. Del dibujo infantil a la Semiología de la Expresión.