Maitri

Durante años trabajé como profesora de pintura y dibujo, realicé talleres de plástica en colegios, casas de cultura, y tuve la suerte de conocer a muchos niños y jóvenes que se entregaban al trabajo con muchas ganas. Cuando entraba en el aula preguntaban curiosos y con los ojos bien abiertos ¿Qué haremos hoy?

Me sentía afortunada. Disfrutaba mucho. Ellos colaboraban con ilusión y generábamos proyectos que luego exponíamos y que a menudo recibían buenas críticas. Resultaban divertidos, creativos y demás.

Un día me di cuenta de que aquéllos eran mis juegos, aquellas construcciones me pertenecían a mí. No veía a los que tenía delante, eran desconocidos, no conocía sus intereses ni sus gustos particulares. Se interesaban mucho, sí, y quizás lo disfrutaban. Pero aquélla era una relación de dependencia y no estábamos en igualdad de condiciones. Digamos que participaban de mis proyectos. Aquella maquinaria se detuvo.

En aquel momento tuve la suerte de conocer la Educación Creadora de la mano de Miguel Castro y Vega Martín. Me interesó mucho aunque también me hizo enfadar. No generar la acción sino asistir desde la escucha, fue echar el freno a un automático que había estado en funcionamiento durante largo tiempo. Pero poco a poco la intensidad fue bajando y comencé a presenciar, a escuchar, a estar atenta, pero sin adelantarme.

Hoy día me emociona poder ofrecer un espacio donde las personas comparten su tiempo, su juego, a veces con miedo, otras viviendo momentos de pura expansión, con toda su vulnerabilidad, sintiéndose acogidas en un espacio seguro, donde nadie les hace cambiar de rumbo, donde dirigen su propio proceso, donde se comparten momentos de intimidad.

Y mientras… recupero mi propio juego.

“Aquello que es verdaderamente tuyo no se te puede quitar y, cada vez que no dejes que las situaciones te corrompan, esa oportunidad se convertirá en una integración interior.”

Osho